
Crisis diplomática
Harto de provocaciones, Macron ordenó llamar el jueves a su embajador en Roma para consultas, ante los «ataques sin precedentes del Gobierno italiano». Luigi Di Maio causó así la más grave crisis con Francia desde la segunda guerra mundial concretamente desde el 10 de junio 1940 cuando el dictador Musolini declaró la guerra a Francia y París retiró a su embajador en Roma. Estos dos últimos episodios, Venezuela y abrazo de Di Maio con los chalecos amarillos, no son casos aislados. En los últimos tiempos, el Movimiento 5 Estrellas ha utilizado, en clave de campaña electoral con vistas a las elecciones europeas, propaganda incendiaria contra París, hablando de «colonialismo francés» en África, ejercido a través del franco Cfa, con daño para el resto de Europa, según el M5E. La tensión en los últimos meses ha sido alimentada por el vicepresidente del Gobierno y Ministro del Interior, Matteo Salvini, líder de la Liga, que lanzó varios dardos contra Francia, a cuenta de la pasada actuación de París en Libia, y graves insultos a Macron llamándole «señorito que bebe champán».
Es verdad que Francia y Macron no se quedaron de brazos cruzados. «El populismo es la lepra», dijo Macron sobre los dirigentes italianos, acusando a a Salvini de practicar una «política nauseabunda» en inmigración. Para justificarse, los líderes populistas italianos recuerdan hoy esos insultos de Macron y algunas de sus acciones contra Italia: Tensiones en la frontera de Ventimiglia y escasa cooperación en inmigración. Para salvar lo salvable, ha tenido que intervenir en el arco de 72 horas el presidente de la República, Sergio Mattarella, mostrando su preocupación y contrariedad por la ambigüedad de la política exterior italiana de un gobierno cada día más dividido en todos los campos, incluyendo el de la política exterior. El líder de la Liga, Matteo Salvini, para desmarcarse del otro vicepresidente, Luigi Di Maio, y mostrar que él es el hombre fuerte del Gobierno, se ha mostrado dispuesto a encontrar al presidente francés para hablar de cuestiones bilaterales. Y sobre Venezuela no concuerda con Di Maio, calificando a Nicolás Maduro «como un delincuente que tortura a su pueblo».
La lectura que dan los analistas a este desvarío de los populistas y la pérdida de brújula en política internacional es que se mueven con improvisación, incompetencia y movidos por razones electorales. Luigi Di Maio va a la caza diaria de algún efecto que pueda sorprender a su electorado, al estar preocupado porque su Movimiento 5 Estrellas pierde consenso (en intención de voto ha caído desde el 32,5 % en las elecciones del 4 de mayo, al 24 %). Mientras, la Liga de Matteo Salvini, gracias a su política de tolerancia cero en política de seguridad e inmigración, gana votos, duplicando el porcentaje obtenido en las elecciones generales: del 17, 5 % ha pasado al 35 %. Liga y M5E gozan aún de consenso porque hoy la oposición es prácticamente inexistente en Italia.
Italia en recesión
El grave problema para Italia es que Salvini y Di Maio solo se han preocupado de sacar adelante las que han sido sus banderas electorales: Renta de ciudadanía, lucha contra la inmigración y contrarreforma de las pensiones. Pero en los ocho meses de gobierno, se han despreocupado de los problemas reales del país. Por eso hoy Italia está en recesión y ante la ralentización económica internacional se ve sin paraguas frente a un posible temporal.
La CE prevé un crecimiento del 0,2% para este año. El profesor de economía Mario Deaglio explica así por qué Italia está a la cola de Europa en crecimiento: «A cada declaración irresponsable en política exterior, un cierto número de empresas decide reenviar sus inversiones hasta que la situación se aclare. Una política débil se traduce en debilidad económica».
La alarma la ha dado Vincenzo Boccia, el presidente de Confindustria (la patronal italiana), tachando ayer a los líderes populistas de «comportamiento provinciano».