En una declaración difundida por la Casa Blanca, Trump había anunciado que su decisión viene motivada después de que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) acordaran hace una semana que sería suficiente con que los pasajeros internacionales presentaran una prueba negativa de coronavirus a su entrada al país. «La Secretaría de Salud ha explicado que esta acción ayudará a evitar que los pasajeros aéreos del espacio Schengen, Reino Unido, Irlanda y Brasil propaguen el virus en Estados Unidos», asegura el texto.
No obstante, desde la futura Administración demócrata han recalcado que «no hay intención de levantar estas restricciones para el 26 de enero» y es más, añadió Psaki, «se planea fortalecer las medidas de salud pública en torno a los viajes internacionales».
Una de las primeras medidas que adoptó el todavía presidente Trump tras el estallido de la pandemia fue cancelar la llegada de vuelos internacionales, en un primer momento desde China, país al que ha culpado en numerosas ocasiones de la crisis sanitaria global. Después de China, y también en marzo, fueron los países europeos e Irán los siguientes en sufrir las restricciones. Los viajes desde Brasil se restringieron por primera vez en mayo, después de que el país sudamericano comenzara a registrar cifras que le han situado a día de hoy como el segundo con mayor número de fallecidos y el tercero en casos acumulados.